¿Ponemos límites al placer?
Gusta ser los dedos del pianista o el bisturí del cirujano pero... tanta responsabilidad en la vida de alguien, a mí, me resulta demasiado...
Es reconfortante poder imaginar tu nombre en su frente al entrar y al salir del sueño o incluso vagar dentro de ellos...
Pero llega un momento que dices... ¿para qué? avanzar y alargar el camino sólo hace que llenes de ceniza el campo y quizás, no vuelva a florecer ninguna de aquellas bonitas flores ni esos verdes prados en los que la sonrisa de cada saludo era magia que corría felizmente sin sentido...
No puedo ser ese jefazo con una vida de privilegios si siempre he sido un soldado que sufre cada batalla... sería vivir por encima de mis posibilidades...
Aún así la vida me ha enseñado que no hay que rechazar lo que viene y que el tiempo te va poniendo los hipotéticos límites del placer y ahí estaré yo para ponerlos fin es necesario...
Mar. 2014
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